Todas las noches, al llegar la hora de dormir, la duda se apodera de mí. Todo porque no estás aquí, y no se quien será el que despierte junto a ti cada mañana.
Se que no es necesario verte para que actúes como musa e inspires mis canciones. Me basta tu recuerdo, vago y efímero, en ocasiones imaginación mía; otras tantas, realidad tuya.
Lo que es cierto, es que sigo aquí, en mi oscura habitación y aunque lucho por no hacerlo, te pienso, y me imagino miles de escenas a tu lado, rompiendo el cliché del amor, ya que tu no eres una princesa, y yo tengo más de villano que de héroe.
Mi taza de café, ya vacía, solo muestra restos de está mágica sustancia, que me mantiene de pié para añorarte, y que a su vez me recuerda tu adicción a sus narcóticos efectos. Realmente, ¿qué cosa no me recuerda a ti?
Ya amanece, y yo sigo en vela. Quisiera descargar toda la culpa de mi desvelo en tu cuerpo, castigarte con cada caricia y beso, atarte a mi ser y lograr que por fin, te quedes a mi lado una noche.
Si, creo que tal vez tu recuerdo, es la razón de mi insomnio...
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