02 noviembre, 2013

No lo tome a mal

Querida mía, no lo tome a mal pero, tenemos que hablar. Muchos le prometieron compartir sus vidas, complementarlas, cambiarlas e inclusive, mejorarlas. Yo no, yo estoy aquí para destruirlas, su vida, la mía, hacerlas añicos. Y ya después, cuando nuestros mundos se encuentren en ruinas, usted, querida, decide si me largo, si nos quedamos en medio de todo este caos, o si, poco a poco, levantamos los escombros, juntos.
Si decide que me quede, tengo otra propuesta que hacerle. No lo tome a mal, ni se sienta aterrada por estas, mis palabras. Simplemente comprenda que me tiene en sus manos, y que ya no soy yo quien habla a través de esta boca, que tontamente llamo mía; es el alma y el corazón, quienes hacen que nazcan las palabras que hoy le digo.
Querida, quítese los miedos. Despójese de cuanto temor haya cargado consigo cuando cruzo esa puerta. Desnude su alma de los vicios que la aquejan y, cuando ya lo haya hecho, no lo tome a mal pero, quítese la ropa y entonces, solo entonces, sabrá lo que es hacer el amor, pero no como usted se imagina, de una manera soez, casi bestial. No, porque tocarla es muy sencillo, no presenta ningún tipo de riesgo ni de reto. Ah, pero tocarle el alma, ahí, en lo más profundo de usted, es como emprender un viaje a una tierra inexplorada.
Y si, tal vez sería muy fácil para mi aventurarme en ese, su hermoso cuerpo, y en esa, su preciosa alma. Pero, si tanto pregono que de usted estoy enamorado, ¿qué derecho tengo de atreverme a violentar su ser con estas frías manos?
Dicen las malas lenguas, que el amor llega y rompe todo de uno, sin pedir permiso alguno entra en nuestras vidas y ahí se queda. Sin embargo, tanto la quiero que, aunque suene ridículo y usted pueda pensar que soy un estúpido, no lo tome a mal y por favor le pido que entienda y que, si así usted lo desea, querida; me permita tocarla, desde su delgada pantorrilla, hasta lo más profundo de su alma.